No cabe duda que la figura de un líder es la de convertirse en un guía y motivador de un equipo, una persona que coordine los proyectos y labores dentro de un área u organización y a su vez asesore y comparta conocimiento con su equipo. Sin embargo en un mercado donde los nuevos profesionales se forman como autodidactas, personas hambrientas de información y conocimiento en todo momento, apasionados a desarrollar múltiples tareas y sobrepasar los límites de sus labores y de lo que se proponen, emerge un nuevo reto para los líderes de las organizaciones.
Ya no solo se trata como se decía en el liderazgo situacional del modelo de Kenneth Blanchard: Delegar, asesorar, controlar y supervisar, sino que también es necesario agregar dos cualidades y funciones más. Con esto no quiero desvirtuar el modelo del liderazgo situacional, por el contrario se trata de fortalecer acorde a las necesidades de los profesionales del hoy.
Estas dos acciones se refieren a la capacidad de aprender del equipo, del entorno y de sí mismo y en segundo punto la habilidad de sensibilizar a las personas bajo su dirección. Dichas acciones tienen que estar inmersas en todas las fases del liderazgo, sin importar el riesgo ni la situación, en otras palabras, en la actualidad el aprendizaje multidireccional y la sensibilización tienen que ser inherentes a la labor de todo guía y coordinador de un equipo.
Pero revisemos cada punto brevemente para analizarlo. En cuanto al aprendizaje no solo debe ser una capacidad de un líder sino de cualquier persona en el transcurso de la vida, tener actitud activa para aprender implica sorprenderse con las cosas, activar la creatividad, aumentar el positivismo, descubrir nuevas formas y métodos de llevar a cabo proyectos, estrategias o la más simple tarea. Tener actitud de aprendiz significa romper paradigmas, evitar posiciones demasiado conservadoras y permite aumentar la capacidad de escucha hacia los demás.
Por otro lado cuando me refiero a la sensibilización hablo de la capacidad no solo de comunicar al equipo una orientación sobre los proyectos y un sentido de pertenencia, sino también transmitirles emoción sobre las pasiones compartidas en equipo, el objetivo mutuo y el aprendizaje convertido en experiencia, adicional dicha emoción no solo debe partir de la esencia de la labor realizada sino también de generar valor sobre la vida de las personas; de esta manera no solo se obtendrá un equipo comprometido y responsable con las actividades sino también un grupo de individuos sobresalientes sobre sus mismas capacidades. En conclusión, en una corta frase, como lo menciona Ralph Nader, abogado y escritor de las Universidades de Priceton y Harvard: “La función del líder es producir más lideres, no más seguidores”.
Finalmente, un líder no solo debe tener la capacidad de adaptación sino la habilidad de arriesgarse y desafiar los paradigmas y dogmas, de encontrar nuevos caminos para la productividad extrema sin olvidar el crecimiento y confort de su equipo. Ronald Heifetz, director del Centro de Liderazgo Público de la Escuela Kennedy en Harvard lo plantea así: “Liderar es vivir peligrosamente porque cuando ejerces liderazgo, cuando conduces a las personas a través de un cambio difícil, desafías lo que ellas más aprecian, quizá sin poder ofrecer otra cosa que una posibilidad incierta”.